el achoramiento
EL ACHORAMIENTO
Algo más de cuarenta años de amistad. Otros
tantos de compartidos interés y diálogo por el fenómeno incontenible de
la migración interna que iniciado hacia los años de 1940 ha venido
derramando en un torrente demográfico, las originalmente mayorías
campesinas en una cada vez más decreciente minoría.
Oswaldo y yo, hemos visto progresar este fenómeno
y con otros antropólogos y sociólogos peruanos contribuido a
caracterizar, a delinear los rasgos de sus variables configuraciones
culturales y a describir y tratar de comprender el ethos de los tipos
humanos que ha ido generando. Hemos pasado así desde la imagen del
cholo en emergencia, a la del arribista y luego la del informal
protagonista y el piraña. El desborde, convertido finalmente en una
especie de tsunami generando una resaca de informales y piratas que lo
reorienta de retorno hacia los campos, entrando en colisión en el mismo
terreno campesino y confrontando os valores y normas de conducta
urbanos y rurales.
En los más de 50 años transcurridos, el migrante
– adaptándose a las formas sucesivas que ha ido imponiendo el proceso
de modernización de la metrópoli, ha ido asumiendo por adaptación,
nuevas figuras, nuevos valores, que las han ido asentando y nuevas
conductas en las cuales se ha ido afirmando. Del indio humilde y sumiso
como lo quería nuestra clase tradicional criolla, al que se mimetizaba
imitando los estilos del hablar y del vestir limeños. El que apenas se
atrevía a incursionar en el terreno reservado de la "politiquía" del
que por definición y voto le imponía veda la superioridad criolla. Y
luego, cuando la fuerza del número se inclinaba aceleradamente a su
favor, el invasor – activo marginado en el espacio metropolitano el que
tomaba por la fuerza mientras hacía llegar a sus avanzadillas a las
zonas céntricas y residenciales a las que ya aspiraba hacerlas suyas.
El migrante marginal comenzaba a contribuir a la redefinición no
solamente urbana, sino económica también en la ciudad, mientras se
multiplicaban lo coliseos en cada uno de los "conos" y los ritmos de la
"chicha" cautivaban a la juventud de clase media se desperdigaban por
todo lima los mercados "informales" e imponían su estilo de comercio
autoliberado de impuestos y tributos, de derechos de marca y de
autoría: informalidad y piratería imponían el estilo de la nueva Lima.
El cholo en emergencia se metamorfoseaba por fin,
en achorado. Una manera de hibridación entre el cholo de la pequeña
urbe en que nació y el chorro o choro de la gran metrópoli y entre el
hampa de los barrios marginales que devoraban la ciudad y los nuevos
modelos megalopolitanos importados por la televisión. Un solo paso que
daba para alcanzar en la amalgama las altas esferas del delito legal y
consentido. El dinero acumulado por los reyes de la informalidad ha
permitido por fin el desborde hacia los espacios económicos, la
unicameralidad, la nueva legislación electoral y las leyes de partidos
han terminado por crear una nueva plutocracia; la nueva ética del
neoliberalismo – individualista, antisolidaria y reconociendo ley
ninguna que no sea la de el provecho personal – ha terminado por
hacerse cargo hace más de dos decenios, de los destinos nacionales. Se
dispone ahora a recapturar los espacios que alguna vez fueron rurales
construyendo nuevos caciquismos y servidumbres al amparo del crédito
bancario y de la industrialización capitalista. La modernización ha
comenzado.
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